miércoles, 12 de diciembre de 2012

Don Manuel, mi Manuelito...

Tenía mes y medio que había terminado una relación muy importante, junto con ella un proyecto de vida. Han pasado varios años de eso y aún recuerdo cada detalle. Estaba en shock, lo que los psicólogos llamarían la fase de negación de mi duelo. Simplemente no podía creer que mi vida se había convertido en un macabro cuento de hadas invertido. El príncipe, el que me trataba como princesa, en un abrir y cerrar de ojos se había convertido en una bestia. Quizá siempre lo fue, no lo se.
El día del que hablo me encontraba en mi trabajo, en una tienda Elektra, de pie cerca de la puerta, con la mirada perdida en el espacio, aún en calidad de zombie por lo ocurrido.
Un hombre llamó mi atención, estaba parado sobre la acera mirándome indeciso. Tenía alrededor de 80 años; su piel era blanca, blanquísima; pequeña estatura y complexión un poco robusta; lo que más me impactó fue su esponjosa cabellera del color del algodón y unos ojos que parecían dos trozos de cielo.
Por fin se acercó a mi y me preguntó mi nombre,con un acento de español. En otras circunstancias hubiera pensado que se trataba de un "rabo verde", pero ese señor me inspiró mucha confianza y sin dudar le contesté: Abigail.
Entonces, él sonrió y me dijo lo siguiente:

- No te asustes Abigail. Si me acerco a ti es porque no he podido evitarlo, eres idéntica a mi esposa, q.e.p.d. -sus ojos se llenaron de lágrimas- Te voy a contar la historia:
"Yo amé a esa mujer con toda mi alma, fue el amor de mi vida. La conocí cuando tenía 20 años, en ese tiempo pensaba que mi vocación era Dios y luego me di cuenta que no -soltó una risa pícara-. Me metí con los franciscanos y una vez que tenía permiso, fui a la casa de mis padrinos, de visita. Ahí estaba otra de sus ahijadas. Se llamaba... (perdón, he olvidado el nombre de la esposa de Don Manuelito), la vi y me enamoré en ese momento de ella."
"En ese tiempo era muy difícil poder acercarte a hablarle a una muchacha decente sin que fuera mal visto, y peor yo, que traía la vocación de Dios; aún así, al final del día pude acercarme a ella y decirle en secreto que estaba enamorado de ella, que mi vocación parecía otra por mis ropas; sin embargo, acababa de descubrir que en realidad era ella. Que ella no me conocía, pero le prometía hacer que me amara cada uno de sus días. Que no tenía un céntimo en la bolsa, pero le prometía que jamás le faltaría nada a mi lado. Para mi sorpresa me dijo que sí y ese fue el día más feliz de mi vida."
"Nos casamos muy pronto y vivimos 65 años muy felices. Con sus altas y sus bajas, eso si, ella tenía un carácter tremendo -más risitas de Don Manuel-  pero no hubo un solo día en que no llegara a la casa y me arrodillara al pie de nuestra cama a darle gracias a Dios por mandarme a esa mujer, mientras le besaba los pies a ella. No hubo un solo día en que ella no me acariciara la cabeza, me diera un beso aquí (se tocó la coronilla) y me dijera: "Mi Manuelito".
Hace 1 año que murió y tú te pareces mucho a ella. Eres hermosa"

Para estas alturas de la conversación, los dos llorábamos. Jamás había visto a un hombre hablar así de su mujer, con tanta devoción y amor.
Lo único que atiné a decir fue: -Ojalá todos fueran así...
Don Manuel me contestó:

-Niña mía, se que en estos momentos estás sufriendo muchísimo y no puedes ver la realidad. Te prometo que un día, el dolor cederá y podrás ver las cosas a la distancia. Al final de cuentas, quién perdió es él y no tú. Él no tiene cosas buenas en el corazón, tú no perdiste nada. Tú lo tienes todo en el corazón, él perdió a una mujer que lo amaba y de buenos sentimientos. Por favor, te pido que no pierdas la fe en el amor.
"Te voy a hacer una segunda promesa. En unos años, no se cuántos, nos volveremos a encontrar. Irás del brazo de alguien, quizá con una vida dentro de ti. Tú no me reconocerás, pero yo a ti si (ya sabes por qué). Tu aura será bien diferente a la que tienes ahora, será muy brillante. Me voy a acercar a saludarte y me vas a regalar una sonrisa de felicidad. No pierdas la fe en el amor y en Dios"

Don Manuel se despidió de mi con un "Hasta pronto" y se marchó. Yo me quedé helada, no podía creer lo que había dicho ese hombre que no me conocía, ni sabía nada de mí.
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Han pasado ocho años de eso y como dije, aún le recuerdo vívidamente. Días después le conté a mis dos amigas (Nancy e Isabel) mi relato en medio del llanto. De hecho, cada vez que he hablado de eso, se me quiebra la voz y derramo unas cuantas lágrimas. Las personas han reaccionado de varias formas, con incredulidad algunas, pero la gran mayoría le han dado un significado muy especial al suceso, al igual que yo.
No voy a actuar con pretenciones fantásticas, simplemente porque soy un ser insignificante con una historia que contar hermosa. Tampoco he intentado rebuscar explicaciones, porque mi naturaleza destructiva va a terminar por pensar que ese día Don Manuel, un ezquizofrénico o qué se yo, no había tomado su medicación y deliraba.
Hace poco pensaba en Don Manuel (seguido pienso en él) y en la tele alguien dijo el significado de ese nombre. He vuelto a llorar...

"Manuel, mi Manuelito:
¿En dónde estarás?
Pienso mucho en ti.
Ojalá te pudiera volver a encontrar.
Ver esos hermosos pedazos de cielo, otra vez.
Gracias por regalarme algo tan valioso:
Fe.
Algún día mi Manuelito,
quiero contar esta historia a mis hijos.
Y que ellos la cuenten a sus hijos..."





viernes, 13 de enero de 2012

¡ ALABANZA AL AMOR ! (Dedicado a Luna del 2004)




Esta es una alabanza al amor, un canto alegórico a tu indiferencia,
una homilía clamada a la tristeza y un grito exhalado en soledad.

Esta es una alabanza al amor, al cariño tan profundo que te tengo,
a mis labios rebosantes de besos, y a mi mente enloquecidamente palpitante.

Este es un canto alegórico a tu indiferencia, a tus miradas esquivas de la mañana,
a las caricias que me debes, a las palabras, y a lo que ya no tengo de madrugada.

Esta es una homilía clamada a la tristeza, a esta insulsa tempestad de lágrimas,
al llanto ahogado en mi almohada y a la desesperación de tenerte, mientras te escapas.

Este es un grito exhalado en soledad, quien se vuelve mi nueva compañera,
mientras tú ríes y gozas con ella, y yo cuento las horas para que vuelvas.

¡ Esta es una alabanza al amor y a la ironía !

martes, 27 de septiembre de 2011

Pretendiendo instantes...

En ese momento cuando, tras el sueño, recupero la conciencia: estás tú.
En ese breve suspiro, después de entregar mi cuerpo a un hombre: vives tú.
En estos labios que besan, a veces mucho, a veces poco: revoloteas tú.
En ese estremecimiento que provoca el primer sorbo de vino: te dibujas tú.
En ese enardecedor segundo, al recibir la primera caricia: te pierdes tú.
En ese resplandor fascinante del sol de la mañana: apareces tú.
En estos ojos que te buscan entre conocidos y extraños: te desvaneces tú.
En esta mirada suplicante hacia cielo, simplemente me doy cuenta que no existes, tú.